10/12/2010 - 21 usuarios online
Por Manuel Gutiérrez Aragón
Senel Paz, el escritor y guionista de Fresa y Chocolate, y yo mismo, estábamos terminando de escribir un guion. Solo faltaba arreglar un par de escenas, unas sencillas modificaciones fáciles de resolver. Pero Senel se demoraba y demoraba, pese a las prisas del productor para que se le entregara el trabajo. Yo mismo le presionaba. ¿Cómo podía tardar tanto en aquellos pequeños arreglos? Senel por fin declaró que en el momento que entregara el guion definitivo, nunca más le necesitaríamos, que dejaríamos de llamarle, de invitarle a comer, que ya no habría charlas divertidas ni discusiones animadas.
Es verdad que en el mundo audiovisual, sea cine o televisión, el guionista es poco visible. No se le convoca a las ruedas de prensa, ni se le invita a los festivales. ¿Dónde está el guionista? Por lo visto, el guion es crucial, decisivo, insustituible -según todos los pareceres-, pero el guionista, no.
El tremendo éxito popular de las series de televisión han hecho del guionista un claro objeto de deseo. Incluso en algunas producciones norteamericanas, el autor de la serie es también productor, es decir, controla la terminación del producto que él mismo ha inventado. El viejo sueño.
En las producciones seriadas ya no aparecen siempre los actores pegados a la pared, recitando un texto transmitido por un pinganillo. La producción se ha revalorizado, y los creadores que habían sido un tanto reacios a ver en la tele una posibilidad artística -como antes había pasado con el cine mismo- se han volcado en la pequeña pantalla, precisamente porque, entre otras cosas, ha dejado de ser pequeña.
Pero una vez más, puede que la renovación se quede fuera de nuestra industria audiovisual. Aquí, las televisiones parecen seguir pegadas a los viejos éxitos, y apuestan poco por el atrevimiento y el riesgo. A los guionistas se les pide que repitan o imiten aquellos modelos que han funcionado ante la audiencia. Los escritores de nuestras mejores series temen caer víctimas de los éxitos que ellos mismos han creado.
Los autores de ficción televisiva gastan muchas horas en investigación y desarrollo. No siempre todo ese trabajo llega a ser satisfactorio y ve la luz, de la misma manera que sucede en un laboratorio científico. En una productora de cine ese trabajo de prueba y error es mucho más dificultoso. En realidad, no se hace. Si los guionistas apuestan por la investigación y el desarrollo de nuevas historias, sería bueno que las empresas de televisión lo hicieran por la innovación. Pero, ¿están dispuestas a ello?
(*) Manuel Gutiérrez Aragón es cineasta y escritor.
© EL PAIS - abc guionistas
08/11/2010 21:39:33