19/11/2010 - 27 usuarios online


Noticias de guion


"De escritores, cineastas y pícaros", artículo de Ventura Meliá en LEVANTE

Azcona y Berlanga
Azcona y Berlanga

Por R. Ventura Melià

Rafael Azcona y Luis G. Berlanga, como autores de los guiones de lo mejor de su cinematografía, están riéndose desde el Olimpo de lo que se escribe estos días. Hay que destacar que la colaboración del realizador valenciano con Bardem permitió hacer dos filmes magistrales, que de su colaboración con Colina surgió una pequeña obra maestra (Se vende un tranvía), y en cambio su colaboración con Cesare Zavattini fue más discutible y de Villarriba y Villabajo o de la serie sobre Blasco Ibáñez (que costó 600 millones de pesetas a Canal 9, lo que equivaldría a 50 millones de euros ahora) mejor ni hablar. Cada pareja es una paradoja.
Los escritores se llevan auténticos chascos cuando ven lo que queda en una película. Es muchas veces discutible quién puso más. Herman Mankiewicz y Orson Welles se peleaban por la autoría de Ciudadano Kane. A Francis Scott-Fitzgerald le quitaron de los créditos de Lo que el viento se llevó. En cambio, aprovecharon La última vez que vi París, ya muerto. Howard Hawks le pagaba o hacía pagar a William Faulkner, como en Tierra de faraones, aunque no hubiera hecho nada y rondara el coma etílico. Qué hizo o no hizo en El sueño eterno o en Tener y no tener es todavía un enigma. Hubo un guionista norteamericano que firmaba los guiones de los 10 de Hollywood, que estaban exiliados y perseguidos. Robert Benton y Newman habían escrito Bonnie and Clide y nadie la quería, y Warren Beaty la impulsó, metió a Robert Towne, que no firmó, y se hizo luego de oro. Truffaut la había leído, la recomendó pero no quiso dirigirla.

Luchino Visconti trabajaba a la vez con varios guionistas, metió en un proyecto a Paul Bowles, Tennessee Williams y Susi Cechi d´Amico, para Senso. A Antonioni, Pietrangeli y Pratolini les tenía a sueldo. Visconti y Pasolini colaboraron en una historia personal del primero sobre la tortura y la Gestapo, que no quiso dirigir él mismo, aunque hizo un documental sobre el juicio y la ejecución de Koch. Fellini y Rossellini son los culpables de Roma, ciudad abierta, ese filme fundador de una época. Clayton tuvo a Capote colaborando en Una vuelta de tuerca (en España, Suspense) y cuando comenzaron a trabajar en El gran Gatsby, descubrió que estaba destrozado y no hacía nada y llamaron a Francis F. Coppola (Oscar por Patton) y éste en 15 días escribió un guion que no dejaba nada de Scott-Fitzgerald.

Como explica Tavernier en su imprescindible diccionario, Raymond Chandler sufrió en sus relaciones con Billy Wilder cuando escribía la adaptación de Perdición, y todavía más con Hitchcock, trabajando en Extraños en un tren. Peor había sido que había vendido los derechos de sus obras y habían hecho destrozos en varias adaptaciones. Perico Beltrán, guionista de El extraño viaje, Bruja, más que bruja, El pícaro y El momento de la verdad, me dijo que escribir guiones en España era morir, morir de hambre, y él acabó viviendo y durmiendo en el ascensor de una pensión. El cine español no da para más. A los directores generales y a sus asesores de toda laya, sí, y los directores de festivales viven a lo grande en hoteles de cinco estrellas. Hay mucha picaresca en el cine.

© LEVANTE - EMV / abc guionistas

17/11/2010 09:09:56