25/10/2010 - 22 usuarios online
Por Jorge Algora
Lo primero que me interesó de El niño de barro, fue el personaje en el que se inspira el guión: Cayetano Santos Rodino, El Petiso Orejudo. Un demente que comenzó sus ataques a los diez años, mató por simple placer a cinco niños y lo intentó con otros siete. Fue detenido a los dieciséis y la historia lo ha convertido en leyenda.
Apoyándome en la idea de que los agresores se apoderan de la vida de sus víctimas, el protagonista de mi película no es Cayetano, sino El niño de barro, uno de los menores a los que torturó y que, por su naturaleza especial, quedó conectado con él.
Este planteamiento me permite crear un espacio, las pesadillas, que utilizo para no tener que mostrar las escenas más duras de agresión a los menores
Los sonidos nos hacen imaginar el resto.
Los habitantes de El niño de barro están indefensos ante la desigualdad y la injusticia. En su mundo es creíble la aparición de monstruos que actúan a sus anchas con total impunidad. Ninguna luz señala el final del túnel.
He buscado la tensión, la angustia y la sorpresa. Sumergir al espectador en una atmósfera desasosegante, en la que se recorten los empeños inútiles de los protagonistas y la impotencia adquiera el más elocuente de los significados.
Mi preocupación por los niños víctimas, torturados, utilizados sexualmente
los convierte en el motivo principal de la película.
Cuento algo que ocurrió en Buenos Aires en 1912 pero las noticias, que hoy llenan las páginas de los diarios, en cualquier lugar del mundo, nos demuestran que los motivos para las pesadillas, siguen estando ahí.
(*) El gallego Jorge Algora ha dirigido televisión, documentales y mucha publicidad. "El niño de barro", su opera prima en el largo de ficción para cine, la coescribió con Christian Busquier y Héctor Carré, y podrá verse a partir del 18 de mayo en salas españolas.
© abc guionistas
03/05/2007 16:29:48