04/06/2009 - 18 usuarios online
Para la mayoría de directores de cine, un guión no es más que una etapa previa entre la historia meramente escrita y la que se presenta en movimiento sobre la pantalla. Para algunos escritores, en cambio, el guión es una pieza con sus características propias, acaso un género de la literatura. El diario ecuatoriano El Comercio ha recogido reflexiones de especialistas de ese país.
Mauricio Samaniego, guionista y director de televisión ecuatoriano, cree que el guión es una instancia artística que media entre dos lenguajes. Esta instancia se monta sobre el ejercicio de la adaptación. La adaptación reflexiona es un paso muy común en todo tipo de artes, y entre géneros. De la novela puedes pasar al teatro, a la danza, o viceversa. Tengo un par de cuentos que empezaron como cortometrajes. Lo que una adaptación siempre será, colige, es una reescritura. Gustos aparte, la idea es que la "nueva" historia tenga su propia dinámica.
En general, se puede considerar a la misma escritura (y, en un sentido lato, a todo tipo de narración) como la reescritura infatigable de un repertorio limitado de temas e historias. Rita María Rojas, funcionaria de la Cinemateca y autora de una tesis sobre Carl West y sus películas sobre libros, cree que la adaptación demuestra de que no existe originalidad en el arte. Lo que hay es una decantación de los temas y las historias, según la sensibilidad del tiempo y del artista.
Según la especialista, cerca del 80 por ciento de las películas en la historia del cine han sido adaptaciones de novelas o cuentos, un trasvase de hechos y personajes de suerte no siempre igual. En sus cerca de 110 años, el cine ha ido mutando hasta encontrar las formas más depuradas de su lenguaje. Las novelas siempre han sido una especie de pre guiones.
Una de las cuestiones fundamentales del lenguaje cinematográfico es, según Rojas, la necesidad de crear con imágenes estados emocionales, interioridades complejas y sentimientos encontrados. La historia del cine, sigue, es la historia de las soluciones para el problema de cómo contar emociones solo con imágenes.
No hay garantía, desde luego, de que un buen guión sea una buena película. Tampoco de que una buena novela conduzca a un buen guión o film. Pero hay quienes, como el dramaturgo y guionista quiteño Luis Miguel Campos, siguen creyendo íntimamente que los libros siempre van a ser mejores que las películas. Cuando escribes con imágenes, los detalles se vuelven mucho más importantes. El periódico que lee un personaje, el color de la ropa de otro, el lugar donde ese toma el café
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De lo que no hay duda para Alfredo Noriega (su novela "De que nada se sabe" sirvió de base para la película "Cuando me toque a mí", de Víctor Arregui, en proceso) es que un guión de cine es una posibilidad de expresión literaria.
La primera vez que percibió esa posibilidad fue junto a Arregui: Trabajé con Víctor en la primera fase de la adaptación. Luego vi que tenía que dejarlo en libertad para que él, como realizador, encontrara su propio ritmo.
La película resultó un producto muy intenso y muy íntimo de él. Mi novela sirvió como punto de partida.
La adaptación de su novela al guión significó para el escritor la apertura a un nueva forma expresiva. Ahora está trabajando en un guión de cine que desde el principio nació como una idea visual.
Por lo demás, las uniones no siempre resultan afortunadas. Para Juan Valdano la adaptación que Camilo Luzuriaga hizo de su novela "Mientras llega el día" se alejó tanto del texto original que no existe confluencia alguna entre los dos trabajos. El espíritu y la letra de la película está muy lejos de la idea y los énfasis narrativos que yo trabajé en un mi novela.
Camilo Luzuriaga ha trabajado la mayoría de sus películas sobre narraciones de la literatura nacional: "La tigra", de José de la Cuadra, "Entre Marx y una mujer desnuda", de Jorge Enrique Adoum (el guión fue de Arístides Vargas, dramaturgo y director de Malayerba) y "1809-1810. Mientras llega el día", de Juan Valdano.
© abc guionistas
20/08/2007 10:48:22