15/10/2017
Es normal que Hollywood se interese por algunos talentos del cine español, y readapten sus historias o los fichen para hacer nuevos films norteamericanos. Lo que resulta insólito es lo contrario, que una productora y un director españoles compren los derechos de un guion norteamericano y lo adapten aquí. Pero que además lo conviertan en un éxito internacional... es tan milagroso como escapar de un ataud enterrado en mitad del desierto irakí.
'Buried' ha cautivado a la industria del cine desde que fue proyectada en el último festival Sundance y ha dejado grandes elogios tras su paso por la XXXV edición del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) y su reciente proyección en el Festival de San Sebastián, exhibida en la sección Zabaltegi Perlas.
La crítica estadounidense también se ha sumado a los comentarios positivos, como los publicados por las revistas especializadas Variety o Entertainment Weekly.
Roger Ebert, uno de los críticos más populares del país, dijo que «a pesar de que toda la película discurre en un espacio cerrado, el director y el guionista son ingeniosos en crear mucha más acción de la que crees posible». Rodrigo Cortés presenta con ésta su segunda película en el mercado. La primera de ellas fue 'Concursante', con la que debutó en la gran pantalla, pasando más bien desapercibido.
Después de las buenas críticas recogidas, la película ha sido vendida desde Israel a Australia, de Canadá a México, de los Estados Unidos a Rusia y a los principales territorios de Asia, como Japón, Corea del Sur, China.
En total, según las estimaciones iniciales de las compañías internacionales de distribución, la película podrá verse en 4.000 salas convirtiéndose, automáticamente, en la película íntegramente española con el mayor estreno mundial de la Historia.
A lo largo de los 90 minutos que dura el intento de evasión del protagonista, no hay trucos de evasión. Y apesar de eso, el filme se convierte en paradójicamente trepidante: no hay flashbacks, no hay secuencias oníricas. Sólo las seis paredes del ataúd: una arriba, otra abajo y los cuatro costados, y la puerta exterior en forma de teléfono móvil.
Dentro del sarcófago, emparedado y debatiéndose entre la desesperación y el instinto de supervivencia, un Ryan Reynolds que va poco a poco desvelando qué hace ahí y agotando sus posibilidades de salir con vida.
En la angustia narrativa se van filtrando, además, arenillas de crónica política y social: la de un camionero en Iraq que paga los platos rotos de la política exterior estadounidense.
Tras 115 años de historia del cine, Rodrigo Cortés crea el milagro de ofrecer algo nunca visto hasta ahora al aceptar el reto de rodar toda una película dentro de un ataúd.
«El guion llevaba dando un año dando vueltas por Hollywood pero nadie quería producirlo. Todo el mundo consideraba que era estupendo, pero era básicamente imposible de rodar», reconoció el propio Cortés en una entrevista.
Escrito por Chris Sparling, el guion se lo «pasaron casi como una consulta» para saber su opinión. «Nadie tenía la intención concreta de producirlo y en cuanto supe de su premisa desarrollé un entusiasmo absolutamente adolescente y les pedí que me lo enviaran en el acto», comentó.
Esa es la explicación de cómo un director español cuya única película, 'Concursante', había pasado relativamente desapercibida entre el público, acabó dando el salto mortal hasta la que es la película española con mayor distribución internacional jamás estrenada.
«El resumen es que nadie sabe nada», reconoce Cortés, encantado con un fenómeno bola de nieve que comenzó en el Festival de Sundance, donde el boca a boca provocó colas de seis horas para ver 'Buried' e incluso la reventa de entradas.
«Yo percibí la historia como algo grande», aseguró este hombre que ya es comparado con Alejandro Amenábar, Steven Spielberg o Alfred Hitchcock, aunque de quien se declara admirador absoluto es de Martin Scorsese. «En sus películas hay más cine que en todos los demás», dice.
Pero además de la pirueta técnica que requirió rodar esta película en 17 días en Barcelona-Cortés habla de «coreografía, casi en total oscuridad» cuando se dirige a ella- y con un actor de renombre como Ryan Reynolds, había que nutrir ese esqueleto con mucha carne emocional.
«La película es ante todo un viaje», explica Cortés. «Tenemos un personaje del que no sabemos nada, abandonado en un agujero negro y al final de la película, hora y media después, hemos llevado todo un universo a esa caja», añade.
«Cuando se tiene premisas pequeñas, la capacidad metafórica es enorme», asegura. «Todo el catálogo posible de emociones humanas desde el pánico a la esperanza, desde el miedo primario a la alegría, a la frustración a la ira, a la aceptación», asegura. Cortés da la vuelta a lo estático hasta hacerlo trepidante y con dos millones de euros crea el señuelo de una superproducción. En ella caben referencia a la Guerra de Irak y a la obstaculización burocrática y todo ello «bajo el paraguas de un thriller de alta tensión».
© GPS / Las Provincias - abc guionistas
01/10/2010 06:36:39
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