08/12/2017
“¡Larga vida a la plataforma y al cortometraje!”, así de directa y entusiasmada ha intervenido la directora y guionista Manane Rodríguez en la rueda de prensa del Festival de Cine de Madrid, organizado por la Plataforma Nuevos Realizadores y donde este año hacen todo un homenaje a su larga y fructífera carrera profesional. Hablamos con ella de su carrera, de cine, de mujeres... pero sobre profundizamos en guion y en escribir guiones.
Nacida en 1955 en Montevideo (Uruguay) y exiliada y afincada en Galicia. Tras terminar sus estudios de dirección en el Taller de Artes Imaginarias en Madrid, inició su carrera profesional realizando diversas ayudantías en películas de Carlos Serrano, Julio Sánchez Valdés y Luis G. Berlanga. Ella estudiaba medicina pero necesitaba trabajar y en España no podía. “Yo siempre fui muy cinéfila, pero en Uruguay ser cineasta entonces era como ser astronauta. Iba mucho al cine, me había visto todos los clásicos, me apasionaba pero parecía algo inviable. Un día surgió la oportunidad de estudiar cine y me apunté en el TAI. Entonces hice mi primer corto y gané un premio. Luego ya simplemente vas contando cosas que te han pasado en la vida que te das cuenta que pueden ser dignas de contar”.
Fue en 1990 cuando dirigió su primer cortometraje de ficción, Juego de Café, con el que obtuvo el Premio Luis Buñuel 1990 (Premios Villa de Madrid); En 1992 dirige Golpe a golpe, su segundo cortometraje de ficción y en cortometraje documental, en 1994 dirige Rara Avis. En 2010, con notable éxito, Memorias Rotas y en 2011 Vidas virtuales. En 1994 funda en A Coruña, junto con Luis Fernández y Xavier Bermúdez, compañero de trabajo y de vida, la productora Xamalú Filmes, que produce su cortometraje Un ajuste de cuentas (2005-09) y el largometraje Un cuento para Olivia (2007) nominado a Mejor Película y Mejor Montaje en la edición 2009 de los Premios Mestre Mateo.
Su primer largometraje de ficción como directora, Retrato de mujer con hombre al fondo (1996), consigue el Premio Opera Prima en el Festival de Peñíscola y su protagonista Paulina Gálvez, a la que considera “una de sus mejores amigas y una maravillosa actriz”, es nominada en la categoría Actriz Revelación a los Premios Goya. Para ella ese proyecto fue todo un reto y es de sus favoritos, ya que se enfrentaba por primera vez a ese formato. “Todo el mundo me decía lo contrario, pero descubrí que no es más complicado que hacer un cortometraje, ni desde el punto de vista creativo ni técnico. Tienes unos personajes que se desarrollan en un tiempo, en el cortometraje tiene que ser en diez minutos, la complejidad no es tan grande. Uno va aprendiendo y se va soltando”.
Con su segundo largometraje, la coproducción hispano-argentina Los pasos perdidos (2001), obtuvo grandes reconocimientos, como la Mención Especial del Jurado de la Prensa Internacional (FIPRESCI) en la SEMINCI de Valladolid, el Premio Especial Cinespaña en el Festival de Toulouse y la Targa de Plata y el Premio del Público en el Festival Internacional de Cine De Turín. Su último largometraje de ficción Migas de pan (2016) estuvo nominado a Mejor Película de habla no inglesa en la pasada edición de los Oscar. Un duro retrato sobre la represión de la dictadura uruguaya que narra la historia de Liliana Pereira, secuestrada, encarcelada y sistemáticamente violada por el aparato militar, al igual que muchas otras presas. Fue una historia que le salió de dentro, para hablar de esas mujeres que no tuvieron tan buena suerte como ella y no pudieron escapar.
Ya que la sociedad no quería escucharlas ni dejarlas hablar, Manane quiso hacer una película terapéutica, que les preguntaba cómo estaban. Quería contar la historia de cómo esas mujeres consiguieron sobrevivir a unas condiciones extremas, destacar su coraje y entereza para mantener la moral alta y permanecer unidas para enfrentarse con dignidad ante el horror. Aprovechamos para preguntarle cómo está ella, cómo se siente por el homenaje a su trayectoria. Responde ilusionada. Para ella es especial, ya que estuvo desde sus inicios. “No me resulta como cualquier otro festival, siempre te gusta ganar un premio, pero en este caso es un homenaje de tus compañeros, los que siguieron después de ti haciendo cortos ahora con las mismas ganas de hacer cosas que teníamos entonces, y me parece impresionante que se hayan acordado de mí, me emociona mucho”.
Migas de Pan es una película de emociones y de mujeres, de mujeres auténticas. No es habitual. Hablamos de machismo en el mundo audiovisual. “La realidad es que cuando las mujeres dirigimos las dificultades son mayores”. Ni se inmuta al mencionarle las recientes conclusiones de un estudio de la Universidad del Sur de California, el cual revela que si eliminamos del argumento a los personajes femeninos no hay ninguna diferencia. Asiente sin ápice de duda. “Con frecuencia puedes sustituir a la mujer por un florero. Lo que hay sobre todo en las cadenas, son historias de hombres. Las historias de mujeres no les interesan les parecen cojas. Por ejemplo, titular a mi película Retrato de mujer con hombre al fondo, qué drama fue aquello del hombre al fondo. Por Dios, me llegaron a preguntar, “¿tienes algo en contra de los hombres?”. Rompe a reír. “También me dijeron que debería desarrollar más a los personajes masculinos, torturadores, carceleros, militares. Pues no. No va de este personaje, solo es un tío que hace putadas. Quique Fernández, el actor, es maravilloso, le da credibilidad al personaje más allá de la acción, tiene una mirada especial. Pero de ahí a contar porque el torturador es torturador…Las protagonistas son todas las mujeres y hablamos de ellas, no del torturador. No es que lo exijan, es que les sorprende que el hombre no esté en el centro”. Manane menciona otra anécdota en la que sí exigen. “En mi primera película había una escena con desnudos, me dijeron que tenía derecho a exigir que se desnudaran en el casting. Ahí en pelotas delante de todo el mundo, los hombres a veces lo exigen, a mí no se me ocurre. Bromea.
Sin duda, Migas de pan es la experiencia que más le ha servido a nivel creativo y de la que todavía se siente “muy agarrada” por la complejidad del proceso. “Me comprometía mucho contar la historia en un tono adecuado porque es la historia de mis amigas, yo me libré pero ellas no, no quería nada que falseara su espíritu, no quería decepcionarlas. Creo que lo conseguimos y la película resulta emocionante. Es dura pero el resultado final es esperanzador, porque la mayoría de mujeres que pasaron por eso están vivas y son especiales. El primer pase que hice fue con 70 mujeres presas en la época de la dictadura uruguaya. Era un pase solo para ellas”.
El título Migas de pan alude al cuento de Pulgarcito, en el que resulta muy difícil desandar un camino señalizado con migas de pan, que es lo que precisamente hicieron las mujeres que denunciaron a quienes les habían sometido, pero también se asocia a unas semillas grises de arboles que había en el penal y que las prisioneras recogían y utilizaban para comunicarse. Además de la emoción, los pequeños detalles son los que dan paso a grandes cosas. Al contrario que la mayoría de personas, a las que se nos pregunta cuál es nuestra película favorita y no sabemos cuál elegir, Manane tiene muy claro qué detalle la ha cautivado. Adora a John Ford. Su preferida es el western Centauros del desierto. Describe con exactitud la mejor escena del mundo para ella, la secuencia inicial en la que Laurie(Vera Miles) sale de casa al escuchar unos pasos lejanos y llega Ethan, el protagonista, interpretado por John Wayne. “En ese momento, cuando él llega a casa la manera en que ella sostiene su abrigo y la forma en que lo mira, solo con ese detalle, de la forma en que ella le recibe, te das cuenta de que hay algo entre ellos aunque sea su cuñado. La película no va de eso, pero tú percibes en esa escena una historia enorme, que le da densidad esa familia, una capa más de profundidad. Esa escena es que la creo que todos los cineastas queremos hacer”.
Manane tiene un sello muy personal y marcado que imprime en sus películas, pero no le gusta hablar de él. Quizás sea eso, que destila honestidad, humildad. “No se trabaja igual con todas las historias, yo me entrego a cada obra lo mejor que puedo. A mí me tocan las cosas. Me voy adecuando un poco a lo que cuento, a lo que me sale, me dejo llevar, quiero que eso no se muera ante la idea de decir tengo un estilo. Si tengo estilo o no tengo ya lo verá alguien dentro de cuarenta años”. No se define como directora, pero sí habla de sus influencias y referentes. Menciona a Alain Tunner y confiesa que en sus inicios estaba obsesionada con Eric Romer. “Su cine no tiene pretensión de belleza. Yo intento no hacer planos feos, pero no es el plano bonito lo que me preocupa. Me preocupa más la escena, la credibilidad, me importan mucho los actores”. Le importan tanto los actores que en Migas de Pan eligió a su equipo porque le gustaba su forma de trabajar con la cámara al hombro. “Quería hacer la película sin ningún hierro que me separara de las actrices, necesitaba quitar todos los elementos que pudieran enfriar una situación que tenía que ser muy cercana de la cámara, sin barreras”. No hay barreras tampoco en la entrevista. Dice lo que piensa porque imita a su antiguo maestro, Miguel Picazo, por el que siente gran admiración. “Era un profesor maravilloso con el que establecí un vínculo muy cercano. Fuera de clase me gustaba charlar con él, era muy duro en sus críticas, si no le gustaba lo que hacías te lo decía, no tenía pelos en la lengua y me sirvió mucho”.
Ella no tiene pelos en la lengua. No se corta a la hora de dar su opinión sobre el panorama cinematográfico español y sus limitaciones. “En España pasa por un momento creativo bueno, lo que pasa es que ahora la bolsa del audiovisual es muy variada, entonces las grandes corporaciones intentan igualar series con películas y buscar un solo público para cine. Y entonces el cine independiente, que cuenta cosas e intenta hacerlo de una manera distinta, con otra mirada, tiene dificultades para conseguir presupuesto”. Decía el cineasta finlandés Aki Kaurismäki que hay tres tipos de películas. Se disculpa por transcribirla a su manera, aunque está claro que lo hace todo a su manera. “Están las películas comerciales de mierda, las películas de autor de mierda y luego las películas que se hacen porque alguien quiere contar algo y lo cuenta. La realidad previa de preparar una película para que arrase, sin equilibrar análisis con creatividad, “haciendo cálculos de share, de target o de poner tal violencia en tal minuto” no va con ella. “No considero buenas las películas hechas con molde. El cine comercial o el cine de autor hecho con algoritmos debe diferenciarse del cine que nace de la necesidad de contar”. No obstante, no se rinde. “Yo creo que todo es tesón, creer e insistir. Si tú tienes la necesidad de contar algo, al final lo cuentas. Es más fácil sobrevivir en este mundo si necesitas contar algo”.
Aparte de tener algo que contar, para ella la clave de un buen guion reside en no perder de vista la tensión. “Con el público no tengo responsabilidad en el tema que toco ni como lo toco, pero sí en que no se duerma". Tú pagas una entrada y la peli tiene que verse a un ritmo. Que luego no interese, bueno, pero por lo menos no se quedan fritos en el cine. A mí me pasó con una película de Tarkovsky. Tras veinte minutos viendo un plano general en el que no pasaba nada, no aguantaba más, me quería ir. Decía Bresson que el cine cobra vida en la unión de los planos, si no, no es cine. No me marees, cuéntame algo, pero no me duermas, por favor”. Tiene muy claro lo mejor y lo peor del oficio para ella. Sobre lo peor, opina que una de las mayores frustraciones de directores y productores es la distribución, ya que “uno aspira a que la película la vea muchísima gente y no siempre se consigue”, pero que sin duda lo más duro es montar un proyecto y levantarlo, ya que “Muchas veces te entra el desánimo, no sabes si lo leen o no, si es bueno o es malo, ya que hay películas que te parecen muy malas y se hicieron con muchísimo dinero. Hay que tener ánimo y seguir insistiendo, puede que la tuya no sea tan buena como tú crees pero, ¿por qué va a ser mucho peor que una horrible de las que ves?. Mucha gente se queda en el camino y es una pena porque hay mucha gente valiosa. La necesidad de hacer la película tiene un peso importante en que no te rindas, porque si necesitas comer, comes”. De nuevo, el que parece su lema. “Si necesitas contar, cuentas”.
Esta todoterreno escribe, dirige, monta, edita, pero lo que más gusta del cine es rodar. “Donde disfruto realmente es en el rodaje, eso no lo sabe la gente porque voy muy seria, pero ahí para mí las cosas cobran vida. Todo lo que has soñado toma cuerpo y los actores te dan maravillas que nunca habías pensado. Estar atento a ese momento del proceso resulta muy placentero”. Aunque vaya de seria, Manane oculta un gran sentido del humor. Lo destapa cuando bromea sobre sus manías o particularidades a la hora de trabajar. Confiesa que repite mucho las cosas. “A la hora del rodaje la manía que tengo es repetir mucho, los actores se ponen muy nerviosos. Me gusta escucharlos una y otra vez. Creo que el cansancio hace que surja una verdad de la interpretación. No es que me parezca mal lo que hacen, es que espero que surja algo y estoy atenta, a veces surge a veces no, a veces lo veo claro y a veces lo descubro en el montaje. El cansancio en la repetición, el odio profundo que me tienen en ese momento los actores…En ese momento he conseguido una chispa que me cautiva”.
Cuando le hablo sobre la chispa con la que nos cautivará en sus futuros proyectos bromea con que tiene varios pero prefiere guardar el misterio. Eso sí, está “deseando hacer algo”. “Para escribir hay que escribir” me dice cuando le pido consejo para el bloqueo del escritor y en general para los guionistas noveles. Su consejo es; “Escribe con el corazón. A veces uno intenta escribir lo que considera que le puede interesar a una cadena y solo repite clichés. Si escribes sobre lo que sabes, te importa, te toca, es más fácil hacerlo bien. Cuando uno tiene que sacarse las habichuelas debe adaptarse a lo que le pidan, pero siempre llamará más la atención algo contado con verdad. Aunque parezcamos todos unos freakis, no somos tan raros. Si hay algo que te emociona, entonces emocionará a la gente”.
Sobre técnicas de escritura en guion, recomienda para mi sorpresa “empezar con una escaleta”, porque “no pierdes el tiempo, sabes lo que quieres contar y se escribe mucho más rápido. A veces ahí descubres que hay personajes que dan para más. Hazte una escaleta que te sirva a ti. Trabajando con escaleta sabes hacia dónde tienes que avanzar”. Esta mujer sabe a dónde va y lo hace sin tropezarse, a paso firme. Se despide y me desea suerte. Me ha contagiado su optimismo. Me voy convencida de que la tendré.
Ana Lucas/Abcguionistas
27/09/2017 12:26:13
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